domingo, 5 de julio de 2015

Cicloturismo por Islandia (Parte 2): Comienza la aventura

Suena el despertador. Cris, Yaiza y yo nos levantamos sin oponer mucha resistencia a las pocas horas de sueño, estamos ilusionados y expectantes ante la que será nuestra primera etapa. 

Hay que deshacer las maletas y bolsas de viaje para pasar y distribuir el equipaje a las alforjas, dejamos todo digamos medio apuntalado, ya que algunas cosas aún están en las cajas de las bicis que tenemos en el cuarto de atrás y bajamos a desayunar. No vemos ni a José Pablo ni a Chema, así que suponemos que estarán al caer y como inicialmente no tenemos forma de comunicarnos con ellos nos centramos en las viandas y saciamos nuestros estómagos. Al salir me los encuentro fuera ya preparando las bicis, resulta que ya habían desayunado.

Montando las bicis en la parte de atrás del Alex Guesthouse
Al final se lleva su tiempo montar todo y estar preparados para salir pero superamos la prueba. Ahora solo nos queda la foto de grupo antes de empezar con los primeros metros de todos los que nos quedan por delante, llenos de paisajes increíbles y vivencias con las que ir llenando nuestras alforjas.

El grupo al completo en el Km. 0 de nuestra aventura
Salimos de la Guesthouse Alex con la noticia de estar disfrutando, en lo que se refiere a climatología, de uno de los mejores últimos días y vamos en busca de la carretera 41. Hay bastante tráfico pero se circula perfectamente, esta carretera por lo general tiene buen arcén con más de un metro y no la abandonamos hasta encontrarnos con el desvío de la 43, donde empezamos a notar las primeras tímidas gotas y... no necesitan mucho tiempo para tomar confianza e ir apretando, por lo que tenemos que parar y ponernos la equipación que trajimos para estos menesteres: "Bienvenidos a Islandia".

Gran parte de la 43 tiene un arcén pequeño y esta labrado para que sea sonoro a los coches cuando lo pisan, por lo que deja aún menos espacio para las bicis, y o se apunta muy bien o se va ya por el interior de la carretera. Transcurridos unos pocos kilómetros deja de llover y hay que retirar algunas de las prendas.

Yaiza necesita parar y elije un punto donde se ve un pequeño aparcamiento y hay unos carteles informativos sobre los que poder dejar apoyada la bicicleta, al acercarnos a estos descubrimos un agujero en el suelo con unas escaleras de madera y asomándonos vemos un grupo de gente con monos, cascos y luces en la cabeza que sale del interior.

La valiente del grupo descendiendo a las profundidades de la tierra
Buscamos nuestros frontales y allá que nos aventuramos descendiendo por las escaleras y adentrándonos en unas galerías que nos obligaban a agacharnos y prácticamente arrastrarnos ¿Cómo sobrevivieron los finos impermeables a ese suelo lleno de roca volcánica más áspera que una lija?Nadie lo sabe, el caso es que conseguimos avanzar unos metros hasta encontrarnos con una pequeña gatera al fondo de la galería y decidimos que ya había sido suficiente.

¿Os había contado de los cuentos populares de Islandia? Al parecer hay Elfos, Gnomos, Ogros, Hadas...
Nos damos la vuelta y regresamos a la superficie con la sonrisa de nuestra primera pequeña aventura en la tierra del fuego y hielo, continuamos pedaleando y un kilómetro más adelante esta la salida para ir al Bláa Lónið (Blue Lagoon), Yaiza plantea la opción de ir, pero entre unos y otros al final se decide dejarlo para los últimos días al nuestro regreso a la zona, continuamos hacia Grindavík.

Labrado sobre el arcén de la carretera
Se empiezan a ver las primeras elevaciones y tenemos que abordar una pequeña cuesta, donde casi al coronarla José Pablo y Chema, que van los primeros, abandonan la carretera por un camino para asomarse a un cartel a la base de lo que parece un pequeño volcán, aquí todos los carteles informativos están en Islandés e Inglés al menos, una vez todos en el punto decidimos continuar pero en esta ocasión aprovecharemos una vía auxiliar paralela a la carretera que lleva directos a Grindavík.

Campos de lava de camino a la costa
La vía paralela comienza como un camino de arena con buen firme a modo de pista y al poco se convierte en caminito asfaltado.


Camino a Grindavík

Ya es hora de comer y nada más entrar en la población costera de pescadores buscamos un sitio donde poder comer, encontramos una mesita resguardada del viento y hacemos el despliegue correspondiente para cocinar algo.

Mesita en la calle
Una vez saciados, con la mirada fija en el cartel de un establecimiento que reza "Kanturinn" y que a nosotros se nos antoja traducir como cantina, vamos a la captura de un café, la idea es poder también desplegar los mapas al resguardo del viento. 

El sitio es agradable, una zona con mesas para comer y otra donde hay un sofá y unos sillones que abordamos sin dilación para dejarnos literalmente caer sobre ellos. Charla agradable mientras llegan los cafés pedidos, momento en el que tenemos que pasarnos a una mesa para poder hacer el despliegue correspondientes de tazas, jaras, azúcar y demás. Aquí el café es muy suave y con un pequeño toque de leche se hace casi blanco. Nuestra segunda bienvenida a Islandia llega con la cuenta: ¡¡Menudos precios!!

Disfrutando de un café tras la comida
Ahora toca reanudar nuestro camino, nos subimos a nuestras monturas y salimos de la población por la carretera costera 427, cuarto de hora después nos topamos con la primera cuesta importante, dentro  claro está de lo que hay por aquí.

La primera cuesta importante que tenemos que afrontar
Plato pequeño y piñón grande es la receta mágica que según la cuesta requiere más o menos tiempo, pero así se cocinan los desniveles, al poco estamos descendiendo por el otro lado, eso sí, el viento lo hemos tenido en contra todo el rato, y en la cuesta abajo avanzamos pero hay que seguir dándole al pedal.

Ya sobre el kilómetro 65 encontramos la salida al camping acordado durante el café como destino de la etapa, tomamos la agradecida cuesta abajo donde para colmo en lugar de frenarnos nos empuja el viento, lástima que solo sean unos metros. A la entrada del camping para nuestra sorpresa vemos un cartel donde pone "Free Camping", las instalaciones constan del área de campo donde plantar tu tienda, con alguna que otra mesa de picnic, una pequeña caseta donde están los fregaderos y zona para cocinar, y otra con los servicios y las duchas.

Instalando la tienda de campaña de Cristina
Preguntamos a los que ya están por ahí y nos dicen que para acceder a las duchas cerradas con llave hay que ir a la casa de la granja y abonar la tarifa correspondiente, cosa que casi no conseguimos dadas las horas. 

Después de plantar las tiendas y darnos nuestra merecida ducha cenamos tratando de meter al cuerpo las calorías perdidas, a lo que contribuye José Pablo con sus embutidos caseros (Yaiza queda excluida de esta operación solo apta para Carnianos).

Pedazo chorizo de José Pablo
Nos vamos al saco, y al menos en mi caso, al poner la oreja sobre la almohada la primera ejerce de interruptor automáticamente y me desconecta hasta la mañana siguiente. 

Hasta la siguiente etapa, donde sacaremos otra vez las ruedas a paseo para poco a poco ir completando nuestro objetivo.

(Continuará...)


sábado, 4 de julio de 2015

Cicloturismo por Islandia (Parte 1): Un doble anochecer

Los últimos días antes de la partida todo es una locura, parece que no terminamos nunca con los preparativos, miramos un sinfín de listas, disponemos todo en un sitio visible para comprobar que va todo, repasamos las listas y faltan pequeñas cosas que hay que ir comprando y otras que no nos llegan hasta el último momento.

Y todo ha de entrar en dos alforjas y poco más (y no esta todo).
Para ir más relajados decido preparar la bici un par de días antes de la salida, y lo que se antojaba como una tarea sencilla se convierte en una fuente de incertidumbres, ya que uno de los pedales de Yaiza no se puede quitar, decido que llevaré la bici al taller de la tienda de bicicletas para que se lo quiten, pero antes trato de empaquetar mi bici y... ¡¡Sorpresa!! uno de los aros con los rodamientos de la dirección esta partido, así que aprovecho y lo llevo para pedir otro igual y sustituirlo.

  

  

Ahora pruebo así, ahora de este otro modo ¿Y así? ¡Joder, tampoco!.

En la tienda veo como tratan de quitar ellos el pedal y parece que también se les resiste: 

Mecánico: "Nos vas a tener que dejar la bici para poner algún producto que lo afloje, tal vez tengamos que calentar la biela para que salga, pero mañana a primera hora la tendrás". 
Yo: "¡Joder que estrés!"

Y para colmo me dicen también que esa pieza de la dirección no la tienen suelta, que tendrán que darme una dirección completa, pero que como hay un montón diferentes, que les lleve la bici mejor, así que corriendo para casa para coger la bici y llevarla al taller, llegando justo cuando están casi poniendo el cierre. 

Al día siguiente las recogemos y ya solo toca, una vez en casa, desmontarla para meterlas en las cajas, y la operación no es tan sencilla como parecía, por lo menos para un novato. Terminamos a las tantas y eso que Miguel nos ayudo, el venía con la intención de cenar y recoger las llaves de casa, pero le toco currar como al que más y entre los tres conseguimos, peso en mano, desmontar las bicis y guardar 23 kg. de material en cada una de las cajas de bicis, 20 kg. en la bolsa de viaje a facturar, más 5 y 12 kg. para los equipajes de mano, medido todo al gramo.

Al fin respiramos cuando esta todo preparado, disfrutamos de la cena y velada con Miguel y nos vamos a dormir tarde. Mañana empieza la aventura. 

Todo al coche e iniciamos camino hacia Alicante para coger el vuelo. En Albacete nos encontramos con José Pablo y Chema, quienes nos están esperando para comer. Hace un calor de justicia, pero la sombra en la terraza y el agua con el que nos rocían nos permiten disfrutar de la cerveza.

A falta de Cristina para completar todo el grupo
Continuamos camino y justo llegamos con Cristina al aeropuerto, descargamos las bicis y vamos los conductores a dejar el coche en el parking. Luego toca facturar, y terminamos de respirar cuando vemos que los pesos cuadran, al menos los equipajes de manos y las maletas, otro cantar serán las bicis.

Aeropuerto de Alicante
Las bicis van por otra cinta diferente, ya que el tamaño de las cajas les impide pasar junto con el resto de equipajes, así que las llevamos al sitio correspondiente y tanto la de José Pablo como la de Chema se pasan del peso, pero la persona que nos atiende es muy maja y no pone pega alguna, ya veremos que pasa a la vuelta.

Cinta de equipajes especiales
Ya anocheció cuando despegamos y algunos se disponen a dormir, yo prefiero hacer alguna que otra foto e ir disfrutando del momento, total llegaremos a una hora prudencial donde podremos aprovechar para dormir algo en destino.

Alicante desde el aire cerca de las once de la noche.
El vuelo va pasando rápido y lo que las pantallas indican esta por acontecer, digamos que de camino a nuestro destino pillamos al sol, el vuelo son poco más de cuatro horas y la diferencia horaria con Islandia es de dos horas, por lo que llegaremos recién pasada la una, pero aún en vuelo, volvemos a ver el sol y poco después toca el anochecer.

Monitor informativo del avión
Al fin vemos la tierra de Hielo y Fuego, y al aterrizar se contemplan alguna que otra fumarola y los campos de lava que erupción tras erupción van dando forma a Islandia.

Amanecer o anochecer de Islandia, en este fecha es difícil diferenciarlos si hay nubes.
Una vez que tomamos tierra y nos adentramos en la terminal de Keflavík apreciamos que ya es de noche, aunque siga habiendo luz.

Ahora toca esperar por nuestras maletas e ir a la zona por la que se supone que saldrán nuestras bicis, impacientes por verlas otra vez junto a nosotros. En la puerta vemos un cartel con lo que ya estábamos advertidos: "No se pueden montar las bicicletas en la terminal", pero nada más salir del edificio vemos cajas de quienes la montaron en un jardín junto al parking.

Puerta por donde aparecen los equipajes especiales
Ya tranquilos con nuestras bicis buscamos la salida, ahora hay que llamar a los de la Guesthouse Alex para que vengan a recogernos. En el momento de hacer la reserva les indicamos la hora de llegada y que traíamos cinco bicicletas, suponemos que lo tienen controlado.

Añadir leyenda
Ahora solo queda esperar fuera a que lleguen para dejarnos en el que sería el alojamiento de nuestra primera noche y el de las cajas de las bicis durante las tres semanas del viajes, hasta que fuésemos a recogerlas.

Salida de la terminal
Se presentan con una pequeña furgoneta y un remolque, el chico que la trae dice que tendrá que hacer dos viajes, pero tomamos la iniciativa y conseguimos poner cuatro bicis en el carro y meter la quinta dentro de la furgoneta, ahora todos juntos llegamos al Alex y tras registrarnos dejamos las cajas con las bicis en un cuarto que tienen para tal fin y nos vamos a nuestras habitaciones a dormir.

Cuarto pequeño de las cajas en la Guesthouse Alex, descubriríamos después que hay otra nave más con cajas.
Hay que ponerse el antifaz y los tapones, por aquello de no anochecer y tener el aeropuerto a cinco minutos, y como a la mañana siguiente tendremos que sacar nuestras ruedas a paseo por tierras Islandesas, no nos demoramos y nos quedamos en los brazos de Morfeo. 

Hasta la próxima entrega ;)