domingo, 28 de junio de 2015

Al revés mejor...

Ya tocaba ruta planificada. Las últimas salidas, ni tan siquiera publicadas, fueron trazadas sobre la marcha por senderos desde los alrededores de casa y tras el fiasco de ayer donde no sé si pillaríamos más asfalto que caminos decidimos salir hoy a buena hora de la mañana a marcarnos una ruta en toda regla, por lo que antes de acostarnos el día anterior localice un track con buena pinta desde Cercedilla.

Nos levantamos a las siete de la mañana y empezamos a prepararnos, había que meter las bicis en el coche para salvar las distancia hasta la localidad elegida, todo por huir algo del calor e ir en busca de la altura y arboledas de la zona.

Vista desde el Mirador de los Poetas
Una vez en la estación de Cercedilla pillamos el camino Puricelli, viejo conocido que nos obliga en algunos de sus escalones iniciales a desmontar, luego a pedalear. El recorrido se hace agradable entre las sombras de los inmensos pinos, teniendo que centrarnos únicamente en ir seleccionando el mejor trazado para evitar las piedras centrales de la pista.

Entrada del camino Puricelli
Lo único que se requiere, salvo algún que otro pequeño repecho, es paciencia y pedalear tranquilamente para ir salvando desnivel y ganando metros. Sin enterarnos llegamos al Mirador de los Poetas, lleno de ciclistas que han pretendido como nosotros huir del calor, eso si, todos en el primer mirador. Nosotros decidimos movernos unos metros alejándonos del camino y llegamos segundo mirador.

Mirador de Luis Rosales
Fuimos dm busca del libro de piadas en el mirador de Luis Rosales  y ha sido una pena comprobar que lo único que había eran un montón de papeles, el libro de los poemas todo roto... parecía más un basurero que un rincón donde poder leer los recuerdos de otros y dejar uno el suyo propio.

Hemos aprovechado para descansar un rato y reponer fuerzas picando algunos frutos secos antes de continuar camino.

Yaiza junto al punto donde se guardaba el libro de piadas.
Hay más de una piedra donde están grabadas algunas de las palabras dedicadas al entorno por los poetas aquí conmemorados, la de foto de abajo ubicada en el mismo mirador con vistas a Cercedilla corresponde con un fragmento de una de las obras de Luis Rosales:

Las noches de Cercedilla
las llevo en mi soledad,
y son ya la última linde
que yo quisiera mirar.

Quisiera morir un día
mirando este cielo, y dar
mi cuerpo a esta tierra que
me ha dado la libertad;

Quisiera morir un día
y ser tierra que pisar,
tierra en la tierra que sueño
ya para siempre jamás.

Grabado del Mirador de los Poetas
Continuamos ruta en busca del Reloj de Sol de Camilo José Cela en la Pradera de Navalurraque, otorgado al escritor por su aportación literaria a esta Sierra. Este reloj es curioso por ser de algún modo interactivo con el visitante, ya que es este quien se tiene que posicionar en base a la fecha sobre las posiciones marcadas, para proyectar la sombra que nos indicará la hora. 

Reloj de Sol de Camilo José Cela
Continuamos nuestro camino y llegamos al Collado de la Fuenfría donde prácticamente no paramos, tomamos la Vereda del Infante en busca del Collado de Marichiva el cual usamos para pasarnos al otro lado de la Sierra y dejarnos caer hacia el Río Moros. 

Vereda del Infante
Hacemos una pequeña parada para la foto de rigor con el embalse de fondo y continuamos nuestro track en busca del desvío que nos permitirá iniciar nuestra ascensión hacia el Alto del León, donde en principio no había que llegar, pero que tras salirnos del track sin percatarnos pensamos que sería el mejor camino para enlazar nuevamente con nuestra ruta, luego nos dimos cuenta que no, mejor hubiera sido retroceder los tres kilómetros para pillar la senda correcta.

Fauna autóctona 
La confusión nos puso sobre un GR, que para montañeros es perfecto, pero no era nada ciclable y nos tocó avanzar muchos metros sin poder subirnos a nuestras monturas hasta alcanzar el track original, que en poco tiempo nos dejaría sobre el Camino de los Lomitos.

Camino de los Lomitos
Ahora ya pasadas las dos y sobre una zona desprovista de árboles empezamos a sufrir los rigores del calor y los más de cuarenta kilómetros sobre la bicil. Para que os hagáis a la idea, hubo un momento donde el termómetro del contador de la bici llegó a marcar los 46 grados, eso sí, a pleno sol y rodando ya sobre asfalto.

Un poquito de calor... Uffff!
Ya en el aparcamiento y con Yaiza a punto de desvanecerse solo pensamos en meternos al reguardo del sol en algún bar donde poder refrescarnos y reponer líquidos y fuerzas. Nos damos nuestro pequeño homenaje y concluimos que tal vez hubiera sido mejor hacer la ruta al revés, empezando por la parte sin árboles disfrutando de la suavidad de la primera hora y haber entrado en las horas de más calor por la parte del bosque.

Hasta la próxima donde saquemos nuestras ruedas a paseo, que no sé si volverá a ser por aquí o ya a muchos, muchos, pero que muchos kilómetros de casa.

Track de la ruta